Perfect Flute won her second career start on Feb. 8 at Gulfstream Park. (Coglianese photos/Gulfstream Park)
Hindsight is always 20/20, but every now and then a longshot winner pops up that should have been simple to pick out for some obvious reasons.
Consider it a case of the ol’ “how did I let that one get away?” blues.
Perfect Flute is an excellent example of this phenomenon.
A 3-year-old filly making the second start of her career, she was sent off at 24-1 odds in the 11th race at Gulfstream Park on Feb. 8 - a price that should have set off alarms loud enough to wake up Rip Van Winkle.
For starters, there were her connections.
She is a homebred filly owned by Juddmonte Farms, one of the world’s premier racing and breeding operations. Each year, Juddmonte’s stalls are filled with a collection of regally bred runners. Not all of them turn out to be stakes winners, but according to Equibase statistics, since 2000 Juddmonte’s 1,632 starters have finished in the money 54 percent of the time.
Stables like Juddmonte have so many good horses that a term like longshot rarely pops up in a conversation about them. So when you spot one of their horses at 20-1 or more, instead of ignoring them, dig a little deeper for compelling reasons to place a few dollars on them. As they say, at some point cream rises to the top.
In this case, Perfect Flute’s trainer, Bill Mott, should have piqued additional interest. Mott, one of the very best trainers in the sport, is a Hall of Famer whose young horses generally need a race or two to find their best stride.
As for that debut, the reason she was 24-1 in her second start stemmed from her finishing eighth, 11 ¾ lengths behind the winner in her first try. She was sent off at 12-1 that day, indicating a lack of confidence that seemed to be justified by a weak effort.
Yet that race was on dirt and her subsequent start on Feb. 8 was on turf. Given the switch in surfaces, her debut was virtually meaningless. She could turn out to be any kind of a race horse on turf. Perhaps better. Perhaps worse, though a 1:01 breeze on the turf that was decidedly faster than the slate of dirt works was a positive sign.
She was even stretching out from six furlongs to a mile and a sixteenth while racing on Lasix for the first time.
Put it all together and you were getting a Juddmonte horse trained by Bill Mott who was switching to turf, stretching out to two turns and adding Lasix - at 24-1 odds. On a summer day at Saratoga, you would probably get 3-1 on a filly like that. But here you were getting eight times those odds. What’s not to like?
Perhaps there was someone else in the field who was a far more logical choice to be the favorite, but at 24-1 Perfect Flute should have been given at least some consideration.
The moral to this tale is that, yes, Perfect Flute won. She displayed the speed that was absent from her debut and posted a length-and-a-half victory, paying $51.40 for a $2 win bet.
If you didn’t bet on her, after the race when you looked at all of her credentials, you probably realized how you could have wagered on her. Had you just mixed Juddmonte, Mott and 24-1 and pondered it for a few moments until that bell in our head went off telling how rare that combo was, you could have easily jumped on the bandwagon.
Yes, hindsight makes it a snap to speak in such assured tones, but in a lot of ways Perfect Flute was a “should have.”
THE LESSON: Longshots hailing from winning connections should not be randomly dismissed. If you can find a meaningful change or two, the price might indeed be right for a saver wager, at the very least.
(también en Español)
Dato de la Semana: Pudo Ser, Habría Sido, Debió Ser
En retrospectiva todo es siempre 20/20, pero de vez en cuando un ganador sorpresivo deja la impresión de que debió haber sido muy simple escogerlo por algunas obvias razones.
Considérenlo un caso más del archiconocido blues que dice “¿Cómo se me pudo pasar?
Perfect Flute es un ejemplo excelente de este fenómeno.
Una potranca de 3 años de edad haciendo la segunda carrera de su campaña, fue cotizada a 24-1 en la 11ma carrera de Gulfstream del 8 de Febrero – un precio que debió haber detonado las alarmas lo suficientemente fuerte como para despertar a Rip Van Winkle.
Para comenzar, estaban sus conexiones.
Ella es una potranca criada en las praderas de Juddmonte Farms, una de las mejores empresas en el mundo para la crianza y la competición de caballos de carrera. Cada año, los establos de Juddmonte están llenos de una colección de corredores estupendamente criados. No todos ellos se convierten en ganadores clásicos, pero de acuerdo a las estadísticas de Equibase desde el 2000, 1,632 corredores de Juddmonte han finalizado en el dinero (tres primeros puestos) 54 por ciento de las veces.
Establos como Juddmonte tienen tal cantidad de buenos corredores que términos como “golpe” o “sorpresa” raramente aparecen en una conversación sobre ellos. De modo que cuando vez a uno de ellos a precios de 20-1 o más, en vez de ignorarlos, cava un poco más profundo para encontrar razones de peso que te ayuden a poner unos dólares en ellos. Como ellos dicen, en algún momento la crema sale a flote.
En este caso, al entrenador de Perfect Flute, Bill Mott, le debió haber picado un interés adicional. Mott, uno de los mejores entrenadores de este deporte, es un Miembro del Salón de la Fama cuyos caballos jóvenes necesitan generalmente una o dos carreras para encontrar su mejor brazada.
En cuanto al debut, la razón por la que estuvo cotizada a 24-1 en su segunda salida tuvo su origen en que finalizó octava, 11 ¾ cuerpos detrás de la ganadora en ese primer intento. Ese día estaba cotizada 12-1, índice de poca confianza que se vio justificada con aquel pobre esfuerzo.
Digamos que aquella carrera fue en la arena y su siguiente salida el 8 de Febrero fue en el pasto. Dado el cambio de pista, su debut era virtualmente poco significativo. Ella podía convertirse en cualquier clase de caballo de carrera en el césped. Quizá mejorar. Quizá empeorar, aunque era un signo positivo que un apronte de 1:01 en el pasto fuese decididamente más rápido que toda su anterior colección de trabajos en la arena.
Además ella estaba alargándose de seis furlones a una milla y un dieciseisavo mientras usaba el Lasix por primera vez.
Pongamos todo eso junto y estábamos consiguiendo a un caballo del Juddmonte entrenado por Bill Mott que estaba cambiando hacia el césped, alargándose a las dos curvas y añadiendo Lasix – a dividendos de 24-1. En un día veraniego en Saratoga, estarías consiguiendo probablemente un 3-1 en una potranca como esa. Pero aquí estabas consiguiendo ocho veces ese dividendo. ¿Qué no podría gustarte?
Quizá había alguien más en el lote que era de lejos una opción mucho más lógica para ser la favorita, pero a 24-1, Perfect Flute debió haber merecido al menos alguna consideración.
La moraleja de esta historia es esa, sí, Perfect Flute ganó. Ella desplegó la velocidad que estuvo ausente en su debut y entregó una victoria por cuerpo y medio, pagando $51.40 por cada boleto a ganador de $2.
Si no le apostaste, después de la carrera cuando miraste todas sus credenciales, te habrías dado cuenta cuán probablemente le hubieras jugado. Solamente habrías tenido que conjugar Juddmonte, Mott y 24-1 y meditado por unos pocos instantes hasta que sonara una campana en tu cabeza diciéndote cuán rara es esa combinación, y fácilmente te habrías subido al tranvía.
Sí, en retrospectiva es doloroso hablar en ese tono tan seguro, pero de muchas maneras Perfect Flute fue un “debí hacerlo.”
LA LECCIÓN: Longshots (ganadores sorpresivos) procedentes de conexiones muy exitosas no deben ser ignorados al azar. Si puedes encontrar un cambio significativo o dos, el precio podría ser el correcto para cubrirte al menos con una apuesta.